lunes, 27 de julio de 2009

Sobre lo que pasó en San quintin.

No espero, Sinceramente, algún tipo de credibilidad.
Lo que pasó, ayá en san quintin no tiene por qué ser creído;
basta decir que yo no lo creería.

Era julio, y la preparatoria había terminado.
Mujeres hermosas caminaban por ahí en ropas frescas;
gente fuera de sus casas tomando el fresco para evitar el calor.

Mi padrino armando, trabajador de la compañía de gas, me ha invitado a pasar
2 días en su casa de san quintín, Invitación que acepto con gusto.

El camino en carretera dura , más o menos, 4 horas.

La conversación gira entorno de sus experiencias de trabajo.

Escucho con interés sus anéctdotas como electricista, su experiencia
como gasero industrial y uno que otro detalle morboso sobre ser electricista.
En ese momento , pasó, lo que yo creí era, una camioneta muy antigua blindada,
al estilo Volkswagen. y pensé , que era gracioso que pareciera un tanque.
Al pasar por guerrero negro, cercas de vallecitos, mi padrino cambia la conversación:

-¿Conoces a los kiliwa?

-No, pero sé que son indígenas de la zona

-No te pierdes de mucho, el más joven tiene 50.

Y me habló de sus vivencias con los kiliwa.
Al parecer, cuando llegó a san quintin, le dio algo de interés visitar los lugares turísticos del lugar,
y se sorprendió de no leer nada de los kiliwas.
llegar al lugar no era fácil:
Cientos de metros de tierra y polvo, y rocas por doquier.
Visitarlos, fué menos de lo que esperaba:
15 ancianos apenas concientes y 2 jovencitas de manos hábiles tejiendo.
Los 4 hombres jóvenes de la tribu, son ahora peones en algún lugar.

El 2º día, después de una prueba de los mariscos costeros, Visitamos a los kiliwa.

Había 13 camionetas de color oscuro, vacías.

La entrada rodeada de rocas estaba totalmente bloqueda por esos autos.

-¿Serán de algúna corporación policial?

-No creo mijo, tendrían insignias.

Por curiosidad, avanzamos al terreno donde deberían estar las primitivas cuevas de los kiliwa.
En vez de eso, lo que vimos nos quitó el aliento:

Grupos de militares en ropas oscuras y máscaras tratando de disparar a unos individuos
en trajes apenas perceptibles, y un zumbido extraño reinaba la acústica del lugar.
Al caminar, dejaban tras de sí espirales, donde debería haber huellas de zapatos.

Entraron a una cueva pequeña que hacía las funciones de casa de los ancianos kiliwa, y salieron de inmediato con una roca enorme en las manos.
Un anciano kiliwa trato de golpear a los hombres de traje plateadusco apenas visible, trató de
golpear su cabeza oculta bajo un casco con un extraño visor, y lo que vimos nos dejó estupefactos.
Al contacto con el siniestro hombre, el anciano comenzó a hincharse, a gritar y revolcarse en el piso, aullando de dolor.

Los supuestos policías no pudieron detona nada.
sus armas estaban inutilizadas.

Seguimos, rápidamente, con la vista al extraño hombre, y lo vimos saltar 15 metros de largo
en el aire, para desaparecer en el desierto.

En el camino a casa, no dijimos ninguna palabra, hasta que vimos,
de nuevo, el Volkswagen con una enorme piedra en su interior.